Celebramos el mes de abril dedicado en muchos países a la Santísima Eucaristía, donde esta presente el señor Jesús en su cuerpo, alma, sangre y divinidad, el que reina por los siglos con el Padre está presente en el pan.
Decía san Josemaría Escrivá: “Ahí lo tienes: es Rey de Reyes y Señor de Señores. —Está escondido en el Pan. Se humilló hasta esos extremos por amor a ti.” (Camino,538)
La eucaristía se hace presente por medio de las manos del sacerdote, esas mismas manos que logran traer a este tiempo al Señor y que se vuelve a poner para repartirse en un trozo de pan ¡tanta belleza en un trozo de pan! Este mes está dedicado especialmente a una vida interior que busque al Señor, no dejar pasar de largo que el centro del corazón, el centro de toda vida interior está en el sagrario.
En el Catecismo de la Iglesia católica nos enseña la eucaristía es el memorial de la pascua de Cristo, es decir, de la obra de la salvación realizada por la vida, la muerte y la resurrección del Salvador, obra que se hace presente por la acción litúrgica. (CIC 1409).
Es volver a vivir la Pascua, es volver a ir a ver el sepulcro vacío, es ver otra vez como Jesús sube al calvario, donde estamos como san Juan, viendo como el señor se entrega.
Visitar al Señor es una responsabilidad de todos, todos los días, cada día como nos alimentamos, debemos de dar gracias, seríamos ingratos al no ir, mostrando una debilidad que es propia de nosotros, de encontrarnos cada día con Él.
Pero, este mes también celebramos al Espíritu Santo, el santificador, esa santificación de la vida que tiene que buscar todo bautizado, “el gran desconocido” tal como lo dice san Josemaría (Camino, 57), el que está en nuestro interior y nos hace santos, nosotros templos del Espíritu Santo, un templo manchado, hecho polvo, pero que ese soplo del Espíritu limpia y hace un templo nuevo.
Celebrar la santísima Eucaristía y el Espíritu Santo, es celebrar la Santísima Trinidad Beatísima, celebrar también a los santos, que tenían por centro el santo sacrificio, que su vida interior lograban escuchar al espíritu que los guío y los santificó en cada una de las partes de su vida, sea con problemas o alegrías.
También es celebrar a la Iglesia, ese cuerpo de Cristo, que busca ver al Señor al final de su peregrinación por el mundo.
Es celebrar la vida eterna, que disfrutamos un poco en cada misa, es ver y contemplar lo que queremos ver eternamente en el cielo, donde se cumplirá todo lo que anhelamos los cristianos, ver al Señor tal cual es, este mes también es recordar todos los sacramentos de la Iglesia, donde se hace presente Dios, donde esa Trinidad se envuelve en nuestra vida pecadora y nos encamina al bien.
Es también, celebrar a aquella que llevó a Dios en su vientre, ¡bendito SÍ! Bendita afirmación que dio paso a la redención, es verla a Ella como Hija de Dios padre, Madre de Dios Hijo y Esposa y templo del Espíritu Santo