Tendría unos dos años. Regordete y sonriente, apenas sobresalía unos palmos del suelo. Vestido con su jersey de rombos y sus bermudas, miraba la vida desde la altura prestada de los hombros de su padre.
Era un Jueves Santo y era Sevilla. Caía la tarde y se asomaba Nuestro Padre Jesús de la Pasión a una plaza en la que el silencio solo era rasgado por el arrastre sordo de los pies de nazarenos, penitentes y costaleros.
Salió el Señor de su casa de El Salvador. Y aquel niño, viendo desde su improvisado sicomoro al Jesús que tanto conocía, se dirigió a su madre “mira mamá, es Jesús, ¿le rezamos?” Y, sin esperar respuesta, comenzó con su lengua de trapo: «pade nuestro…”
Y a su alrededor, hombres muy hombres, mujeres de todas las edades y adolescentes engominados se unieron a aquel Padrenuestro incoado por un niño, de esos cuyo corazón aún pertenecen más al cielo que a la tierra. Una oración de niño brotó de decenas de gargantas y llenó una plaza en Sevilla.
Y en la casa de Dios, esa plegaria a medio aprender, regada por las lágrimas de muchos pares de ojos adornaron la salida del Salvador camino de la Cruz y serían para Dios, inolvidable consuelo, cántico de salvación .
Directora de Omnes. Licenciada en Comunicación, con más de 15 años de experiencia en comunicación de la Iglesia. Ha colaborado en medios como COPE o RNE.