El pasado 24 de enero de 2025 fue la multitudinaria e histórica marcha por la vida en Washington, unos pocos días después de que Trump firmara múltiples decretos exprés -entre los que llama la atención el de la Ley de Protección de Sobrevivientes de Aborto Nacidos Vivos-, como contaba Omnes en el artículo de María Wiering y Marietha Góngora V. (OSV News), en el que destacaban de la impactante jornada provida el discurso del vicepresidente de USA. Pero ¿quién es este personaje y de dónde nace su compromiso con la vida?
James David Vance cumplió 40 años el pasado 2 de agosto de 2024. Nació en Middletown, Ohio. Hijo de una familia desestructurada y madre drogadicta, fue marino y estuvo en la guerra de Iraq, después estudió leyes, doctorándose en Yale en 2013. Se casó en 2014 con Usha, compañera de la facultad de derecho en Yale. Vive en Cincinnati, Ohio, y tiene tres. En 2016 escribió un libro que explica su trayectoria y sus ideas “Hillbilly, una elegía rural”.
En 2017 empezó a trabajar para Revolution LLC, en Silicon Valley. En 2019 fue recibido en la Iglesia católica y eligió como patrono de confirmación a san Agustín de Hipona, por su capacidad de transmitir la fe. De ese mismo año es su famoso artículo, titulado “Una elegía por el sueño americano”, publicado en la revista digital Unherd en 2019. En 2023 fue elegido senador por Ohio, tras unos años dedicado a preparar su carrera política. En el mes de julio de 2024 fue elegido por Trump como candidato a vicepresidente de USA, aún habiendo sido en el pasado su firme opositor. Y actualmente es el vicepresidente de este país.
En el mencionado artículo de Unherd, republicado por la misma revista en el mes de julio de 2024, explica brevemente sus ideas conservadoras, que nacen, en gran medida, de una carencia de ellas en su infancia, como la ausencia de una familia estructurada.
Una de sus grandes prioridades es la vida y su defensa como se puede leer en dicha pieza periodística: “Cuando pienso en mi propia vida, lo que ha hecho que mi vida sea mejor es el hecho de que soy padre de un niño de dos años. Cuando pienso en los demonios de mi propia infancia y en la forma en que esos demonios se han desvanecido en el amor y la risa de mi hijo mayor; cuando veo a amigos míos que han crecido en circunstancias difíciles y que se han convertido en padres y se han conectado más con sus comunidades, con sus familias, con su fe, debido al papel de sus propios hijos, digo que queremos bebés no solo porque sean económicamente útiles. Queremos más bebés porque los niños son buenos”.
Este testimonio permite entender mejor el discurso que impartió en la marcha por la vida, cuando dijo: “Permítanme decir muy sencillamente: Quiero más bebés en los Estados Unidos de América”. Este renacer provida está pasando desapercibido en Europa, pero con el tiempo ayudará a frenar este genocidio silencioso que está haciendo estragos en todo el mundo.