La belleza invisible, oculta a los ojos, es lenta de alcanzar

La belleza externa es evidente y puede realzarse, pero la belleza interior requiere contemplación y desapego de lo superficial. Para apreciarla, es necesario reducir el ruido y la prisa, ya que la verdadera belleza florece en tiempos turbulentos, cuando buscamos momentos de reflexión, silencio y cultura.

22 de abril de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos
belleza invisible

La belleza externa de una mujer o de un hombre habitualmente salta a la vista, y más si se realza con buen gusto, con maquillaje cuidado, vestimenta adecuada y adorno escogido. Pero la belleza interior, por ejemplo un modo de ser atractivo, la existencia generosa y entregada de algunas personas, o la trascendencia que supera el aquí y el ahora, no está está al alcance del curioso o del distraído. Requiere una capacidad de contemplación, que se puede acrecentar siempre y cuando se esté dispuesto a aligerar la concupiscencia de la vista, ya que ciega lo velado.

Por eso se habla de guardar la vista, para ver más allá, para ver lo oculto. Esto no solo supone no mirar lo pornográfico, lo voluptuoso o lo provocador, con la intención de alcanzar otras realidades. Sino también no contemplar libremente lo pudoroso elegante, lo bello modesto o lo humilde sublime que no te corresponde. De esa manera trascendemos lo visible a nuestros ojos para llegar a lo invisible. 

Pero no solo hay que cuidar la vista para alcanzar la belleza oculta, también hay que rebajar el ruido y reducir la marcha. En esta época de mucho ruido, de pantallas, fake news, paralización… En la que vamos muy rápido y hay mucho jaleo, puede parecer que no se puede alcanzar un estado de contemplación o disfrute de la belleza o del arte, pero eso es falaz.

Para Ignacio Vicens, Catedrático de Proyectos Arquitectónicos de la Universidad Politécnica de Madrid, “el paladeo de la belleza exige lentitud”, vamos muy rápido para degustar la belleza. Pensamos que eso no se puede controlar cuando la gran mayoría de los fantasmas están en nuestra cabeza. Podemos sacar tiempos de ayuno libre digital o de silencio político polarizante. Eso no depende de la sociedad, depende de nosotros, podemos pararnos a recogernos y a contemplar la belleza.

Verdad, bondad y belleza son principios que sostuvieron occidente. Para muchos hoy han caducado. Pero, ¿es cierto? ¿Todos están obsoletos? En realidad ninguno, pero la verdad parece superada por la posverdad, la bondad arrasada por el relato, pero la belleza… ¿La belleza ha sido superada? La belleza nace en los periodos más conflictivos, complicados y turbulentos. No en los períodos pacíficos, sencillos y serenos. Y ahora estamos en un cambio de época y es momento para la creatividad y para la belleza, solo tenemos que buscar tiempo personal y familiar para leer, pensar, estar en silencio y culturizarnos.

El autorÁlvaro Gil Ruiz

Profesor y colaborador habitual de Vozpópuli.

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