Hace unos pocos días una famosa cantante española afirmó que tiene miedo a ser madre, pues no quiere perder su libertad. Sinceramente, no me extraña. Con todas esas cosas que no nos han contado (o que son tabú) sobre la maternidad, lo más lógico es tenerle miedo.
Hay muchas cosas que no se dicen sobre este tema y que solo descubres cuando te quedas embarazada. Como por ejemplo, que te vas a despertar muchas noches cuando se te suban los gemelos, y eso que por fin estabas empezando a superar el insomnio.
Pocas personas te cuentan que tu sentido del olfato se vuelve un superpoder y todo empieza a darte asco, incluso esa colonia que tanto te gustaba. ¿Y la pasta, que era tu plato favorito? Vas a pasar meses sin comerla, porque es verla y te entran arcadas.
El médico no quiere contarte que hay partos de 18 horas… Y de muchas más. Que hoy te duele la espalda, pero casi te parece mejor que el enfado que tenías ayer por razón ninguna. Y nadie, absolutamente nadie, quiere admitir que tus hormonas están en semejante viaje que hasta un vídeo de Donald Trump concediendo un título de honor a un chico con discapacidad te hará llorar más que “Un paseo para recordar”.
Secretos sobre la maternidad
Pero tampoco te cuentan la sensación indescriptible de notar las primeras patadas de tu bebé, que tímidamente llama tu atención. Nadie te dice que tu madre y tu suegra compartirán contigo una sabiduría que viene de años de experiencia y cariño acumulados.
Pocos te hablarán del nudo en la garganta cuando tu padre te mira con un gesto en el que se mezclan alegría y nostalgia, ¿en qué momento su hija pequeña se ha convertido en mamá? El médico guarda como parte del secreto profesional la sonrisa que se le escapa a tu marido cuando le dicen que va a tener un hijo y escucha el latido del corazón de su bebé.
A la gente no le gusta hablar de lo mucho que cambian los planes con tus amigos desde que apareces con un carrito. Pero tampoco te cuentan lo difícil que es cerrarte a la maternidad después de saber lo que realmente es.
Libertad y maternidad
Sin duda alguna, la maternidad te va a quitar libertad de movimiento, incluso para atarte los zapatos. Pero te va a hacer consciente a un nivel superior de la auténtica libertad, de esa por la que los hombres dan la vida. Una libertad que va más allá de hacer lo que quieres, pues se transforma en amar lo que haces.
Se trata de una libertad paradójica (Dios tiene un extraño sentido del humor) en la que todas las molestias del embarazo se transforman en un sí cada vez más decidido: sí a la vida; sí a un futuro con esperanza; sí a darse cuenta de que el embarazo no hay que romantizarlo ni demonizarlo, hay que vivirlo para saber que hay muchas cosas que no nos han contado, pero que al ser madre los conceptos que trastocamos cobran su auténtico significado.
La maternidad denuncia la injusticia que cometemos al reducirnos a sentimientos y a una pobre libertad material. Ya lo decía el Papa Francisco el 1 de enero de 2019: “Un mundo en el que la ternura materna ha sido relegada a un mero sentimiento podrá ser rico de cosas, pero no rico de futuro”.