Cultura

Celebrando a las cuatro mujeres doctoras de la Iglesia

Existen cuatro mujeres doctoras de la Iglesia entre los 37 santos doctores. Se trata de santa Hildegarda de Bingen, santa Catalina de Siena, santa Teresa de Ávila y santa Teresa de Lisieux. Alguna otra está en camino, como santa Edith Stein. Hoy es un buen día para recordarlas.   

Agencia OSV News·8 de marzo de 2025·Tiempo de lectura: 6 minutos
Escultura Edith Stein.

Escultura que representa a Edith Stein. Puede ser la quinta doctora de la Iglesia (Wikimedia Commons / Johann Brunner).

– Colleen Pressprich, OSV News

Los doctores de la Iglesia son los santos que muchos de nosotros necesitamos para comprender mejor la fe y, más que eso, para crecer en nuestra relación con el Señor. Entre los 37 grandes santos se encuentran cuatro mujeres doctoras de la Iglesia: santa Hildegarda de Bingen (alemana); santa Catalina de Siena (italiana); santa Teresa de Ávila (española), y santa Teresa de Lisieux (francesa). 

Como se verá al final, bastantes católicos consideran que hay al menos otras tres mujeres santas que deberían ser doctoras de la Iglesia: santa Faustina Kowalska, polaca; santa Edith Stein, germano-polaca; y santa Margarita María Alacoque, francesa.

Encontrar un patrón, o muchos

Como católicos, tenemos la increíble bendición de contar con la comunión de los santos, y la Iglesia nos anima a todos y cada uno de nosotros a encontrar un patrón (o muchos) entre ellos. 

Para facilitar la búsqueda de un santo que se ajuste a las necesidades particulares, la Iglesia ha designado santos como patronos de países, culturas, profesiones, intereses e incluso enfermedades. Entre las mujeres son, de momento, las cuatro citadas.

Santa Hildegarda de Bingen

No es posible hacer un relato completo de sus vidas en un solo artículo. Cada una de ellas ha sido objeto de innumerables biografías y de muchas investigaciones. Pero espero que un breve esbozo de sus vidas y logros les anime a leer una de esas biografías o, mejor aún, sus escritos.

Santa Hildegarda de Bingen nació en una familia noble alemana en el año 1098. Ya de niña tuvo visiones místicas del Señor, aunque no fue hasta una edad más avanzada cuando pudo comprender el significado de todas ellas. De joven, ingresó en la vida religiosa, y fue ahí donde realmente explotó su talento. Santa Hildegarda era una mujer que hacía de todo y lo hacía bien.

Autorizada a predicar públicamente

A los 43 años, pidió consejo a su director espiritual sobre sus visiones, y la autenticidad de éstas fue declarada por un comité de teólogos eclesiásticos. Esto la llevó a escribir sus visiones y significados en su gran obra mística: ‘Las Scivias’. También le permitió solicitar y recibir permiso del Papa para viajar y evangelizar, lo que la convirtió en una de las únicas mujeres de su época autorizadas a predicar públicamente. Un tema perdurable en la teología de Santa Hildegarda es la capacidad de encontrar a Dios a través del uso de nuestros sentidos.

Además, la prolífica Hildegarda escribió la primera obra de moralidad conocida, poesía lírica, un libro de cocina, tratados de medicina (en su época también era el equivalente a un médico) e incluso inventó su propio idioma. También compuso música de gran belleza, que aún hoy interpretan orquestas de todo el mundo.

Santa Hildegarda murió en 1179. Fue canonizada en 2012 por el Papa Benedicto XVI y declarada doctora de la Iglesia ese mismo año.

Santa Catalina de Siena

Santa Catalina de Siena nació en 1347 en el seno de una familia italiana muy respetada. Era la menor de 25 hermanos, la mayoría de los cuales no llegaron a adultos. Catalina se consagró a Cristo siendo joven y se negó a casarse, llegando incluso a cortarse el pelo para interrumpir una propuesta de matrimonio.

Obtuvo a regañadientes el permiso de sus padres para renovar su voto de virginidad e ingresar en la tercera orden de los dominicos, lo que le permitiría seguir viviendo con su familia.

Durante muchos años, Santa Catalina vivió como una ermitaña en casa de su familia, pero con el tiempo comenzó a aventurarse fuera, y su ministerio se extendió a través de los océanos. Viajó mucho a instancias tanto de papas como de líderes civiles, desempeñando un papel activo en la Iglesia y en la política italiana, ambas muy complicadas durante su vida.

Fin del Papado de Avignon y regreso a Roma

Santa Catalina era lúcida sobre los pecados y fracasos de los líderes de la Iglesia, pero la obediencia al Señor y a la Iglesia eran lo más importante para ella. Siempre se esforzó por atraer a más y más personas hacia Cristo, su esposo, al tiempo que trabajaba por la paz entre las partes enfrentadas. De hecho, a Santa Catalina se le atribuye el fin del papado de Aviñón y el regreso del Papa a Roma.

Escribió mucho, sobre todo en forma de cartas, en las que ofrecía consejos francos pero cariñosos a sus hijos espirituales, así como a los obispos y cardenales que acudían a ella en busca de su sabiduría. Hoy se conservan casi 400 cartas suyas.

Profunda oración, y estigmas del Señor

En estado de éxtasis, Santa Catalina dictó una serie de conversaciones que mantuvo con el Señor, que más tarde se publicaron bajo el título ‘El Diálogo’. Esta obra, íntimamente personal y llena de enseñanzas aplicables a todos, entrelaza a la perfección la teología y la oración personal. 

La vida de oración de Santa Catalina fue profunda y llena de misticismo, y recibió los estigmas del Señor a la edad de 28 años. Murió joven, con sólo 33 años. Fue canonizada en 1461.

Santa Teresa de Ávila

La mujer que hoy conocemos como Santa Teresa de Ávila nació como Teresa Sánchez de Cepeda y Ahumada el 28 de marzo de 1515. Nacida en el seno de una familia de la nobleza española, Teresa aprendió sobre la fe y el honor en el regazo de su madre. Las vidas de los santos, leídas a todos los niños de la familia, influyeron en su infancia, hasta el punto de que ella y su hermano Rodrigo huyeron de casa, jurando convertirse en mártires.

A los 20 años, Teresa ingresó en el convento carmelita local. Este convento en particular era conocido por ser poco estricto en sus prácticas, y como resultado, la extrovertida y popular Teresa pasaba mucho tiempo socializando en el salón con los visitantes. De hecho, durante años luchó mucho, dividida entre lo mundano y lo divino.

Fundación de las Carmelitas Descalzas

No fue hasta la edad de 40 años cuando tuvo una conversión total y la convicción de que Dios le pedía más. Fue este profundo despertar espiritual en su interior lo que dio comienzo a lo que acabaría siendo la gran restauración de la orden carmelita en su conjunto y la fundación de las Carmelitas Descalzas. 

Los intentos de Teresa (de Jesús) de devolver a la Orden su austeridad original se encontraron con una gran resistencia tanto dentro como fuera, pero, aun así, consiguió fundar y nutrir 16 nuevos conventos.

Además de esta gran obra, Teresa escribió mucho, sobre todo a las hermanas con las que vivía y a las que asesoraba, para ayudarlas a alcanzar una mayor intimidad con Dios. Su obra más conocida es ‘El castillo interior’, que sigue el camino que recorre un alma en su viaje hacia Cristo. 

Aunque aborda extensamente grandes verdades teológicas, también es muy fácil de leer para el común de los mortales. y contiene gran parte de la personalidad de la autora, lo que la hace muy accesible e interesante. Teresa de Ávila murió a los 67 años, en 1582. Fue canonizada 40 años después de su muerte, en 1622, por el Papa Gregorio XV.

Santa Teresa de Lisieux

Santa Teresa de Lisieux nació como la menor de nueve hijos (cinco sobrevivieron a la infancia) de los santos Luis y Zelie (Celia) Martin y fue, según todos los indicios, una persona muy querida en su familia. Tras la muerte de su madre cuando tenía 4 años, Teresita fue criada por su padre y sus hermanas mayores.

Sabía que Dios la llamaba a la vida religiosa desde muy joven y estaba decidida a seguir a varias de sus hermanas mayores e ingresar en la orden carmelita. Durante una audiencia papal mientras peregrinaba a Roma con su padre, pidió al Papa que le concediera un permiso especial para profesar sus votos antes de tiempo. Sin inmutarse por su negativa, ingresó en el Carmelo a la temprana edad de 15 años y nunca miró atrás.

‘Historia de un alma’

Teresa luchó contra la escrupulosidad y la depresión, pero a pesar de todo mantuvo una fe profunda y de infancia en el amor del Padre por ella, que se convertiría en la piedra angular de su gran obra teológica. Bajo las órdenes de su superiora, Teresa escribió su doctrina de la fe: ‘Historia de un alma’.

Este libro, que predica la santidad a través de lo ordinario combinada con una fe sin miedos que es total en la confianza y la entrega a Dios, le llevaría más tarde a convertirse en la más joven de todos los doctores de la Iglesia. Teresa murió de tuberculosis a la tierna edad de 24 años. Fue canonizada en 1925.

Merecen ser doctoras: santa Faustina Kowalska 

En mi humilde opinión, sin duda hay otras mujeres que merecen que se les conceda este título. Y no soy la única que piensa así.

En 2015, las Auxiliadoras Marianas elaboraron una petición bien razonada y minuciosamente investigada a la Santa Sede, argumentando que Santa Faustina Kowalska debería ser admitida en el grupo. 

A través de sus visiones y escritos, la Iglesia ha llegado a una comprensión más profunda del amor misericordioso de Cristo, y sus ideas sobre la Divina Misericordia de Nuestro Señor han cambiado el rostro de la Iglesia. 

Al escribir justo antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, es innegable que el mensaje de Santa Faustina era urgente en su época, y nadie que haya asistido a Misa el domingo después de Pascua, ahora conocido en todo el mundo como el Domingo de la Divina Misericordia, puede discutir la naturaleza mundial y duradera de su mensaje.

Santa Edith Stein

Las Carmelitas también han iniciado una petición en nombre de Santa Edith Stein, una mujer que realmente tenía un título de doctorado. 

Su tesis doctoral versó sobre el tema de la empatía, tema que retomaría en escritos posteriores tras su conversión al catolicismo. En sus 28 volúmenes de escritos, hay una amplia visión teológica de valor para toda la Iglesia.

Santa Margarita María Alacoque 

¿Y quién podría argumentar que los escritos de Santa Margarita María de Alacoque no han influido en toda la Iglesia? Puede que su nombre sea menos familiar para muchos que el de otros santos, pero la devoción al Sagrado Corazón, que le debemos, no lo es.

Estos son sólo tres ejemplos. Hay más mujeres en la historia de nuestra Iglesia y, estoy segura, habrá más doctoras de la Iglesia en el futuro.

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Este artículo es una traducción de un artículo publicado primero en OSV News. Puede encontrar el artículo original (en inglés) aquí.

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El autorAgencia OSV News

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