En el Congreso Eucarístico Internacional de 2024, caminaba por Quito junto al obispo español José Ignacio Munilla cuando nos encontramos con Teté Calderón (@tetecalderonl). Para mi sorpresa, monseñor reconoció en ella a la autora de una de sus canciones favoritas. En ese momento, pensé: “Esta joven es aún más influyente de lo que imaginaba”.
Una fe arraigada en la infancia
Criada en un país de profunda tradición católica, su conexión con Dios se fortaleció tras el nacimiento de su hermano menor, que ella atribuye a la intercesión del Padre Pío.
Teté recuerda con cariño las enseñanzas de su padre: “Mi papá siempre se preocupó por acercarnos a Dios. Recuerdo con mucho amor nuestras largas conversaciones y momentos de oración antes de dormir. Él venía a mi cuarto, rezábamos juntos y luego hablábamos sobre temas espirituales”. “Desde pequeña fui muy sensible y me gustaba hablar con Dios, especialmente los jueves durante la bendición del Santísimo” relata Teté. Su madre le inculcó el valor del servicio y la entrega a los demás. “Mi mamá me enseñó el amor en el servicio: entregarse por los demás con alegría y sin esperar nada a cambio”diz ele.
Un cambio de colegio a los 11 años le brindó la oportunidad de profundizar en su fe a través de la Misa diaria, la comunión y la participación en charlas y retiros espirituales. “Siento que Dios preparó mi corazón desde antes y, al llevarme a ese colegio, me dio las herramientas para seguirlo amando y creciendo en mi relación con Él”, reflexiona Teté.
La música como camino hacia Dios
“A los 15 años descubrí que podía encontrar a Dios en las melodías, pero fue a los 24 cuando empecé a escribir música católica”explica ele. “En los momentos más difíciles de mi vida, cuando todo parecía desmoronarse, la única forma en la que encontraba consuelo era componiendo”, explica Teté.
Los sacramentos también ocupan un lugar central en su vida espiritual. “Necesito asistir a Misa diaria o, al menos, cuatro veces por semana para sostenerme espiritualmente”, confiesa. La lectura diaria del Evangelio es otra práctica esencial para ella, donde encuentra “dirección y un llamado a vivir el amor de Dios en mi entorno”.
Un faro de fe para los niños
Teté dedica sus tardes a crear espacios donde los niños puedan descubrir a Dios y conectar con Él. “Los niños son transparentes, sencillos y sinceros, lo que hace que hablarles de Dios sea algo natural y divertido”diz ele.
A través de “Niños Adoradores”, un espacio diseñado para niños de 3 a 6 años, con una socia les introduce a las figuras clave de la fe a través de cuentos, canciones y actividades manuales, y les guía en momentos de silencio y contemplación ante el Santísimo Sacramento. Es una experiencia fabulosa que numerosos padres católicos buscan para sus hijos más pequeños. Además, con su coro infantil, ofrece a niños de 3 a 10 años la oportunidad de expresar su fe a través de la música, preparándolos para cantar en Misa y en eventos especiales como la Navidad. “Mi deseo es que estos espacios no solo sean momentos de aprendizaje, sino también de comunidad, donde los niños puedan sentirse acompañados en su camino de fe y aprender que Dios nos ama inmensamente”.
Un recuerdo imborrable
La pérdida de su madre hace un año y medio marcó profundamente a Teté, pero también le brindó una poderosa lección sobre la presencia de Dios en su vida.
Tras ausentarse de una clase de “Niños Adoradores”, los pequeños le recibieron con preguntas y muestras de cariño. Semanas después, un niño nuevo preguntó por la foto de su madre en su celular. “Es la mamá de la tía Teté, y ahora está en el Cielo con Dios”, le respondió otro niño. La preocupación del niño nuevo por su padre conmovió a Teté: “Ahh, ya. Es que si te pierdes, alguien tiene que ir a buscarte y encontrarte. Si no es tu mamá, puede ser tu papá. Sus palabras me marcaron profundamente. Me recordó que, así como mi papá siempre estará para buscarme si me pierdo, nuestro Padre del Cielo nunca deja de buscarnos y guiarnos de vuelta a Él”, concluye Teté.